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Writer's pictureCharlie Echeverry

Fatherhood on Father's Day

As Father’s Day arrives again this year, I can’t help recalling the virtues of my own natural father, reflecting on my own role as a father, and being thankful for the many male mentors in my life who served me in a fatherly role despite not being biologically related. At the very same time, I can’t help but feel very real empathetic pain for those who experience life without a father.


The statistics on fatherlessness in the US are alarming. Nearly 25% of all American children are growing up without a biological, step, or adoptive father in the home. That’s almost 19 million kids! The social sciences indicate a massive correlation between fatherlessness and a variety of personal and social difficulties these kids will face in adulthood ranging from anxiety and depression to behavioral challenges and crime.


In matters of faith, the impact of fathers is equally significant. According to a recent study, if a father does not go to Mass, even if his wife does, only 1 in 50 kids will become a weekly mass-goer. However, if a father attends mass regularly, regardless of whether or not the mother does, between 66-75% of their kids will attend Mass regularly as adults. Said another way: a child is 38 times more likely to go to Mass as an adult if his dad did.

So it cannot be understated: The world needs Fathers for the future of our church, our local community and our nation.


But the world also needs men - those who’ve already fathered children, and those who have not - to step into the breach of fatherlessness with confidence; to be a source of help, hope and inspiration; to serve children and single mothers without judgment but with great compassion and care. In short, the world needs all men to be fathers.


This is the message of this Sunday’s Gospel. Jesus didn’t have to step into the breach; he could have willed to cure all our earthly troubles with a word from his mouth, but instead he willed that others, like you and me, play a role in his salvation plan.


Jesus took “sight of the crowds” and was “moved with pity for them because they were troubled and abandoned” and then what did he do? He turned to his disciples and said “the harvest is abundant but the laborers are few”. He then commanded his disciples to pray to God to “send out [more] laborers!”

Each of us, men and women, clergy and lay are those laborers.


But today, on Father’s day, God calls fathers to be those laborers.

And regardless of our individual circumstances, all men can share in fatherhood. And all men should.


Happy Father’s Day!


Deacon Charlie


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Al llegar de nuevo este año el Día del Padre, no puedo evitar recordar las virtudes de mi propio padre natural, reflexionar sobre mi propio papel como padre y dar las gracias por los muchos mentores masculinos de mi vida que me sirvieron en un papel paternal a pesar de no estar biológicamente emparentados. Al mismo tiempo, no puedo evitar sentir un dolor empático muy real por aquellos que experimentan la vida sin un padre. Las estadísticas sobre la ausencia de padre en Estados Unidos son alarmantes. Casi el 25% de los niños estadounidenses crecen sin un padre biológico, adoptivo o padrastro. Son casi 19 millones de niños. Las ciencias sociales indican una correlación masiva entre la falta de padre y una variedad de dificultades personales y sociales a las que estos niños se enfrentarán en la edad adulta, desde ansiedad y depresión hasta problemas de comportamiento y delincuencia. En cuestiones de fe, el impacto de los padres es igualmente significativo. Según un estudio reciente, si un padre no va a misa, aunque su esposa sí lo haga, sólo 1 de cada 50 niños acudirá a misa semanalmente. Sin embargo, si un padre va a misa con regularidad, independientemente de que la madre lo haga o no, entre el 66 y el 75% de sus hijos irán a misa con regularidad cuando sean adultos. Dicho de otro modo: un hijo tiene 38 veces más probabilidades de ir a misa de adulto si su padre lo hizo. Así que no se puede subestimar: El mundo necesita padres para el futuro de nuestra Iglesia, nuestra comunidad local y nuestra nación. Pero el mundo también necesita hombres -tanto los que ya han tenido hijos como los que no- que se abran paso en la brecha de la falta de paternidad con confianza; que sean una fuente de ayuda, esperanza e inspiración; que sirvan a los niños y a las madres solteras sin juzgarlos, pero con gran compasión y cuidado. En resumen, el mundo necesita que todos los hombres sean padres. Este es el mensaje del Evangelio de este Domingo. Jesús no tuvo que meterse en la brecha; podría haber querido curar todos nuestros problemas terrenales con una palabra de su boca, pero en lugar de eso quiso que otros, como tú y como yo, desempeñaran un papel en su plan de salvación. Jesús "vio a la gente" y "sintió compasión de ellos, porque estaban angustiados y abandonados", y entonces ¿qué hizo? Se dirigió a sus discípulos y les dijo: "La mies es mucha y los obreros pocos". Entonces ordenó a sus discípulos que rezaran a Dios para que "¡envíe [más] obreros!".

Cada uno de nosotros, hombres y mujeres, clérigos y laicos, somos esos obreros. Pero hoy, en el Día del Padre, Dios llama a los padres a ser esos obreros. E independientemente de nuestras circunstancias individuales, todos los hombres pueden compartir la paternidad. Y todos los hombres deberían serlo. ¡Feliz Día del Padre!

Diácono Charlie


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